Muerte de Morazán
El 11 de septiembre de 1842 estalló en Alajuela y en San José (ambas, poblaciones liberales), un movimiento popular contra el gobierno de Morazán encabezado por el general Antonio Pinto Soares y del coronel Florentino Alfaro Zamora, ante estos hechos, Morazán y sus hombres logran repeler los ataques y replegarse en el cuartel general.
El movimiento rebelde fue apoyado por gentes de todas las clases sociales, fue tomando más fuerza, y recibió refuerzos adicionales desde Alajuela y Heredia. Después de varias horas de lucha, Francisco Morazán y sus más inmediatos colaboradores lograron romper el cerco y huyeron rumbo a Cartago.
Pero la insurrección se había extendido hasta ese lugar, y el General Morazán tuvo que solicitar ayuda de su supuesto amigo Pedro Mayorga y González de Villalón, sin embargo, Mayorga lo traicionó, y le brindó facilidades a los enemigos de Morazán para capturarlo junto a los Generales Vicente Villaseñor, Cabañas, Saravia y otros oficiales. Ante estos hechos el General Villaseñor trató de suicidarse, mientras que Saravia se envenenó. Posteriormente, en un juicio rápido y sin defensores, Morazán y Vicente Villaseñor fueron condenados a muerte.
Posteriormente los condenados fueron trasladados al paredón de fusilamiento localizado en el costado oeste del actual Parque Central de San José, Costa Rica. Irónicamente, la fecha de ese día era el 15 de septiembre de 1842, fecha del vigésimo primer aniversario de la independencia de Centroamérica.
El acto de la ejecución comenzó a llevarse a cabo a las 5:30 de la tarde. Durante ese período de tiempo, Morazán dictó su testamento a su hijo Francisco. Luego, según una narración de la época, en el ángulo suroeste de la plaza donde sería ejecutado se colocó de espaldas a un pequeño muro, rechazando una silla que se le ofreció. Al General Villaseñor, quien se encontraba inconsciente y bajo sedantes, lo colocan en una silla. Morazán le dijo entonces: “Querido amigo, la posteridad nos hará justicia” y se persignó.
Luego, en un último acto de heroísmo y valentía, el General Morazán, solicitó el mando del pelotón de fusilamiento y descubriéndose el pecho con sus dos manos dió la orden de disparar. No terminó de dar la orden, por los impactos de las balas y cayó, junto a él yacía Vicente Villaseñor; luego en medio del humo de pólvora, el General Morazán levantó su cabeza y dijo: “Aun estoy vivo”.
Una segunda descarga, terminó por apagar la vida de quien según José Martí fue un genio poderoso, un estratega, un orador, un verdadero estadista, el único quizás que haya producido laAmérica Central, 5 Fué sepultado en el Cementerio de Los Ilustres de San Salvador, donde aún reposan sus restos.
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